jueves, 26 de enero de 2012

Cuando fuimos pa' Quitof - Parte I

Eran las 5 e' la mañana y la maleta de ruedas ya estaba lista para zarpar a la mitad del mundo propiamente dicha, o algo así. A las 9:20 salía el primero de 4 aviones que tenía nuestro itinerario para visitar el pais de Correa. Estábamos ahí, expectantes, el Travel Crew nunca había ido en conjunto fuera de las fronteras de este país, lo más lejos que pisaron juntos fue la Isla de Margarita hace unos cuantos años. 

Nuestro origen es Barcelona, nos chequeamos y luego fuimos a la supuesta puerta por donde debíamos abordar, nos llamó la atención que estaba totalmente vacía, habíamos llegado muy temprano - pensamos. Error nuestro, ya se estaba formando una cola en la puerta contigua, mientras que Hosé repetía incesantemente: "NO SE PORQUÉ HACEN COLA SI LOS ASIENTOS ESTÁN NUMERADOS", escuchamos esta frase unas 20 veces, quizá más, pero el reflejo de atenuación de nuestro gran sistema auditivo bloqueó tal quejido.
Aquí no hubo mucha novedad, en 30 minutos llegamos a Maiquetía y al esperar las maletas tres intregantes del Travel Crew tuvimos una pequeña discusión con respecto al cambio de un pasaje que no llegó a mayores pero si tuvo su nivel de intensidad. Posteriormente cuando nos dirigíamos al "Internacional" nos encontramos con la vedette venezolana Diosa Canales que por pajudez nuestra no nos retratamos con ella, los lamentos y el arrepentimiento vendrían después. Almorzamos en Burger King, donde nos atendió una caraja quien si no tenía la regla estaba estreñida porque casi nos pegaba mientras comprábamos, todavía es incomprensible como la gente que trabaja con trato al público es tan mala haciéndolo.
Luego de gastar tiempo haciendo cosas típicas (comer, cagar, mear, etc) nos sentamos un rato en una supuesta puerta "4" -o un número así- a esperar el abordaje del vuelo que era como a las 5:00 pm. Igualmente estaba vacío el sitio, por lo que nos enteramos que lo habían cambiado para la puerta 25, así que caminamos unos 20 km para llegar (exagerando un pelo), inmediatamente identificamos que era dónde debíamos estar, personas con facciones ecuatorianas estaban por doquier, así que nos sentamos a esperar otro rato más, mientras la Forza Meona hacía de las suyas nuevamente.

No hicimos la respectiva cola, esperamos a que todos los ecuatorianos fueran entrando uno a uno para abordar. Ya en el avión no hay mucho que contar, nos dieron para el viaje una almohada pequeña -con cabellos incluídos- y una manta, yo quería apropiarme de la almohada para viajes posteriores pero Laura insistía en que no podía hacerlo -para comprobar que al final del viaje mucha gente se llevó su almohada. La comida estaba buena.
Pedí carne, Pimentel se fue por un pollo. Yo no confío nunca en el pollo, sobre todo porque no hay vaina que me arreche más que comer pollo recalenta'o, y no me van a decir que esa comida es frescarina 100%. Dos horas y tanto duró el viaje, llegamos a Quito, y estando en el aire intenté tomar varias fotos pero ya era de noche y se hacía difícil, además del movimiento que tampoco ayudaba, he aquí una prueba de ello, esta fue la mejorcita:
Llegamos y tal, vimos como una chorramentazón de gente esperba en el aeropuerto, vimos globos de corazones, globos de fiesta, papelillos, ramos, entre otros, por un momento me sentí abrumado, pensé que nuestra anfitriona nos había preparado tal recibimiento, pero era un mito hippie©. Luego de escabullirnos y atravesar la multitud llegamos a la salida, en este instante pudimos constatar la diferencia entre los climas venezolano y quiteño. Al rato, luego de titubear sin saber qué hacer ni como comunicarnos, de la nada brincó Melina por un lado a darnos la bienvenida. Acto seguido hubo abrazos, besos, cari.... ah no, aún no. Posteriormente al protocolo inicial nos dirigimos hacia distintos carros para llegar a nuestro sitio de hospedaje, su casa, que queda en un sitio llamado "El Valle de los Chillos" a 1 hora de Quito, pasando como 20 peajes distintos y a 140 km/h.

Por fin nos encontrábamos fuera de la casa, era grande, con un paredón de piedra y una puerta de la época de Matusalén, lo más moderno era el candado que tenía. Unos perros se asomaban por distintas ranuras de la puerta, inmediatamente el instinto maternal hacia los perros surgió de Laura quién no dudó en expresar sus típicos "AY PERO QUE NIÑO TAN LINDO". Entramos a la morada, mitad casa mitad museo, cuadros de mujeres desnudas azules por un lado, por el otro lado trazos abstractos, más allá caballos y en cada repisa decenas de toros de cerámica intervenidos. Inesperadamente pero con alegría, Voro y Melly   nos prepararon una cena especial, era arroz a la valenciana o algo así -de gourmet no me pregunten mucho- era la primera de muchas comidas ahí. Conocimos la excéntrica personalidad de Voro, acompañado de una copa de vino cada uno.
Al lado de la casa principal estaba la casa de huéspedes, donde nos acomodaron en dos cuartos distintos con un solo baño (Pesadilla para Guada) que compartimos sin inconveniente alguno salvo un episodio de causa desconocida relacionado con la papelera y los papeles fuera de la mismo. No muy tarde todos caímos, el frío era considerable, varias cobijas encima no te protegían del todo pero ahí íbamos tolerándolo, a Laura le pegó, pasó todo el viaje con "peste". En resumen, así fue nuestro primer día de este corto viaje, detalles faltan pero mi memoría no es la misma de hace 10 años, y ya han pasado casi 4 meses desde que regresamos -así de mala es-. En una próxima entrada sigue el cuento.

1 comentario:

Angela dijo...

Que tiempo sin ver algo nuevo por aca! Siempre agradable!
Yo entiendo ese sufrir de Guada, me pasa lo mismo...